martes, 25 de enero de 2011

El dolor no es una palabra,
el dolor es una cuchillada en la garganta,
una grieta en el abdomen,
un abismo de silencio entre tú y yo.

El dolor es un arañazo en los tendones,
hiel en la saliva,
cemento en los pulmones,
latigazos de impotencia e incomprensión.

El dolor es sentir que se te hunde una herida,
que tus lágrimas no sirven,
que tus ojos se apagaron,
que se ha ahogado tu voz.

El dolor es un recuerdo,
una foto,
una canción.
El dolor es un vacío que te muerde el corazón.

El dolor es el sonido de una puerta
y la nada posterior,
ese abrazo que no nos dimos,
lo que nunca entenderemos,
todo aquello que murió.

El dolor es una lucha que hemos perdido los dos.
Las cenizas de un fracaso,
una simple rendición.

El dolor es un futuro en el que nunca hubo perdón.
El dolor es tu mirada.
El dolor es un adiós.

sábado, 15 de enero de 2011

Lucía y el gato. (Un regalo de mi padre)

Hoy pienso en ti, Lucía,
en tus ojos que, de niña,
lo miraban todo,
y en tus ojos, ya crecidos,
que todo lo penetran.
Tus ojos,
dos espejos de noche enarbolada
donde, a veces, me miro,
hecho añicos.

Pienso en ti y te escribo
(el gato me acompaña)
estas palabras
demasiado tiempo retenidas.
Tú duermes aún
quizá soñando qué hacer con tu vida,
o soñando qué soñar
o cómo florecer.

Un poco dolorido yo,
después de tantos años sin decirte
apenas nada
(en esto soy un poco tacaño)
hoy te digo:
no te exijas
más de lo que tu corazón te permita,
ni te amedrentes,
sólo camina y ama caminando.
Y ten cuidado,
poque la vida es una vieja usurera
que muere por atraparnos.

También te digo:
que eres bella,
bella como una tormenta,
más bella que una yegua desbocada,
o un pilar emergente
de agua.
Claro que no eres perfecta
(como el gato)
que, por cierto,
no sabe escribir un poema
o llorar
o, como tú, subirse a un escenario
y obrar un milagro.


Pero deja que te de un consejo:
no te hagas a ti misma, tú sola;
deja que los demás te adornen,
(no para que te miren como a un pimpollo)
sino porque,
al haberles dado una parte de ti,
te atesoren.
Verás que el mundo,
que se muestra amoroso en ocasiones,
otras veces es gélido y vanal,
casi inhumano.
El mundo, que nos cede la vida
en términos de crédito hipotecario.


Finalmente
te digo:
no tengas miedo,
vive tus días con pasión
y no te escondas (como yo),
sino ábrete
hasta abarcarlo todo,
mirando siempre más allá, más hondo,
mucho más de lo que puede hacer el gato.

Tano Mendoza