No.
No soy ningún ave Fénix
pues si me destruyes, si me destruyo,
no resurgiré mágicamente
de los restos de aquellos fracasos perdidos,
ardiente y majestuosa.
No.
No ocurrirá así.
En vez de eso,
reuniré con paciencia los pedazos reutilizables,
ya para siempre inconexos.
Después,
esperaré a que el tiempo los ensamble
y ya no seré nunca más
aquel jarrón de cristal
hecho de arena y fuego,
sino el mosaico de lo irrecuperable;
una nueva forma
en apariencia igual a la antigua,
pero cuyas grietas nunca volverán
a refundirse de nuevo.
Y esto es lo bueno.
Mis grietas atesorarán
los surcos de los intentos y los fracasos de los esfuerzos,
y los senderos de los mapas
de los horizontes que desdoblemos.
Así es como será
y seré una nueva criatura-mosaico,
una nueva criatura-vidriera,
un traje de arlequín de los retales de mis sueños,
un collage de mis inviernos vestido de primavera.
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