lunes, 2 de abril de 2012

Y, una y otra vez, sigo cayendo. Cayendo sobre las patas.

No sé qué hago en la Tierra, mi única certeza es que algún día me moriré. Este destino común a todos los hombres encierra algo tan absurdo que, si no fuera porque la vida diaria se encarga de distraernos, resultaría desesperante. Cuando me asalta la angustia siempre se produce algún hecho con el que no había contado y que me salva. Toda mi existencia se basa en el placer físico, de ahí que conozca sus altibajos. Con todo, no puedo quejarme. Soy como los gatos, siempre caigo sobre las patas. Será así hasta el final, o al menos así lo espero. 
Jean Forton
 
 

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